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tradición en ese terreno en que se cruzan las temáticas del fuego, del hogar, de la guardia y de la nación, conviene
citar una vez más a Hegel: Veremos en la historia de la filosofía que en los otros países de Europa, en los que las
ciencias y la formación de la inteligencia han sido cultivados con celo y consideración, la filosofía, a la excepción de
su nombre, ha desaparecido y perecido incluso en su recuerdo e idea misma, pero se ha conservado como propiedad
particular (Eigentümlichkeit) en la nación alemana. Hemos recibido de la naturaleza la misión superior (den höheren
Beruf) como guardianes del fuego sagrado (die Bewahrer dieses heiligen Feuers), como la familia de los Eumolpidas
en Atenas tenía la guardia de los misterios de Eleusis y los insulares de Samotracia la carga de la conservación y
cuidado de un culto superior, como en el pasado el Espíritu del Universo (der Weltgeist) había reservado la nación
judía para la conciencia suprema a fin de elevarse en medio de ella como espíritu nuevo. Lecciones sobre la historia
de la filosofía (buscar cita español) Gallimard, 1954, P.14). El discurso había comenzado por evocar, también él,
todas las fuerzas del espíritu , el espíritu del mundo y la pura espiritualidad . En ese punto, al margen de esta
invocación inaugural de la universalidad, Hegel hacía alusión al pálido fantasma (scale Gespenst) que se opone a
la seriedad y la necesidad superior de la inteligencia prusiana. Sobre la interpretación del judaísmo por Hegel, cf.
también Glas, p. 43-105 y passim. Y sobre aquello que ata el fantasma de Heidegger , o lo que puede pasar, por
ejemplo, en una conversación telefónica, con el ghost o el Geist de Martin , cf. La carta postale..., P. 25-26.
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en el griego o el latín. Dice solamente que son menos originarias ** . Pero ese suplemento
de originareidad que asigna al alemán sólo tiene sentido y puede ser declarado al interior
de un triángulo o de una tríada lingüístico historial. Y eso solamente si se otorga crédito a
algo así como a una historia del sentido de la cosa pneuma-spiritus-Geist; la que al mismo
tiempo es europea y conduce, a través del Geist interpretado de ese modo, más allá o
más acá de la representación habitual de la Europa Occidental.
¿Qué hubiese respondido Heidegger a quien le reprochara por no preocuparse de otras
lenguas?. Antes que nada, quizá lo siguiente: el que piensa en su lengua - y no se piensa
fuera de una lengua - se mantiene en ese triángulo intra-traduccional. El Geist poseería
un sentido más originario que pneuma y spiritus,, pero se habría mantenido
historialmente en una relación de traducción tal como para que el pensador alemán
habite este espacio y solamente en ese lugar triangular fuera del cual puede encontrarse,
ciertamente, toda suerte de significaciones, por lo menos de igual importancia y que
aluden por ellas mismas a analogías tentadoras, pero en las que la traducción por
pneuma, spiritus o Geist testimoniarían de una ligereza abusiva y violenta, después de
todo, para las lenguas así asimiladas.
Yo no discutiría la fuerte lógica de esa respuesta si el triángulo historial pudiera
legítimamente cerrarse así. Ahora bien, éste no se cierra, al parecer, sino en virtud de
una brutal forclusión. Forclusión figura aquí como una palabra recibida en diferentes
códigos (jurídico o psicoanalítico) para decir, demasiado rápido y con demasiada
firmeza, algo sobre ese evitamiento que tratamos prudentemente de pensar en este lugar.
Esa forclusión , entonces, parece sin lugar a dudas significativa en sí misma- en su
contenido - pero en este momento no me interesa sino por su valor, digamos, de
**
Por una parte, eso podría añadirse, hasta cierto punto y de modo tradicional, a las reservas formuladas por Hegel a
propósito de una pneumatología (cf. supra, p. 33). Pero, por otra parte, podría también contestarse la distinción entre
el pneuma y la llama y el gas de un fuego en el que la significación no estaría subrayada sino en la palabra Geist.
Las cosas son ciertamente más intrincadas. Debe recordarse, primeramente, que Aristóteles habla, en De la respiración
(XV, 478 a 15), de un fuego síquico . Es cierto, sin embargo, que psyché no es pneuma; y Aristóteles asocia más
bien el pneuma al fuego y al calor solar, al vapor y al gas que son los efectos naturales de estos. Pero, aparte el
inmenso problema abierto en este mismo punto por la determinación de la physis, es difícil disociar absolutamente el
pneuma del calor y el fuego, incluso si la fuente sigue siendo tan natural que el sol mismo. Remito en este punto
al rico análisis de Hélène Ionnidi, Qu'est-ce que le psychique? , in Phylosophia, n° 15-16, Atenas, 1985-1986, p.
286 y sig. Leemos allí esto, por ejemplo, a propósito de la relación entre el esperma y el alma: El calor animal no es
fuego sino pneuma, aire caliente, gas. La naturaleza del alma es equivalente al elemento astral, ...el fuego no
engendra a ningún animal, y es algo manifiesto que ningún ser se forma desde la materia incandescente, sea esta
húmeda o seca. Por el contrario, el calor solar tiene el poder de engendrar como el calor animal, y no solamente por
aquella que se manifiesta por medio del esperma, pero si se produce algún otro residuo natural, no posee menos, el
también, un principio vital. Emitido por el macho, el principio psíquico está contenido en el cuerpo seminal que emite
emite el macho. El principio psíquico comprende, al mismo tiempo, lo que es inseparable del cuerpo y ese algo divino,
el intelecto, que es independiente. ( P.294, el autor agrega al pie de página: bajo ese término ((pneuma)), dice una
nota de P. Louis, Aristóteles entiende naturalmente vapor, gas, aire, fluido. )
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síntoma, y para sostener una cuestión de derecho: ¿qué es lo que justifica
historialmente la clausura de ese triángulo? ¿No queda éste abierto desde el origen y
por su estructura misma sobre aquello que el griego, y luego el latín de las Escrituras,
han debido traducir por pneuma y spiritus, es decir, la ruah hebrea?
Una precisión, antes que nada, en cuanto a las dimensiones últimas de esta cuestión: ésta
concierne menos un evitamiento historial, como acabo de sugerirlo rápidamente, que la
determinación misma de una historialidad en general desde los límites que ese
evitamiento vendría a sancionar. Lo que Heidegger llama Geschichte, y todas las
significaciones que le asocia, se desplegaría en el advenimiento y como la institución
misma de ese triángulo.
Sin que pueda invocar aquí el enorme corpus de textos proféticos y su traducción, sin
hacer otra cosa que recordar lo que me permite leer la totalidad de cierto pensar judío
***
como un inagotable pensar del fuego , ni citar en los Evangelios los indicios de una
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